La cámara recorre el barrio barcelonés de El Carmelo, sus calles y sus plazas, entrando en tiendas, casas, locales de asociaciones, oficinas y talleres. La cámara escucha las personas, sus conversaciones. A veces tenemos la impresión de sentir sus pensamientos, en conversaciones que se han grabado con anterioridad y se superponen a las imágenes.
El documental experimental constituye un solo largo plano secuencia rodado con una steadycam: el tiempo de la pantalla y el de la vida, coinciden.
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