domingo

La elegancia del Erizo

Virgen santa, ¿qué hago?
Siempre está la vía de la felicidad, aunque me repugne seguirla. No tengo hijos, no veo la televisión y no creo en Dios, todas estas sendas que recorren los hombres para que la vida les sea más fácil. Los hijos ayudan a diferir la dolorosa tarea de hacerse frente a uno mismo, y los nietos toman después el relevo. La televisión distrae de la extenuante necesidad de construir proyectos a partir de la nada de nuestras existencias frívolas; al embaucar a los ojos, libera al espíritu de la gran obra del sentido. Dios, por último, aplaca nuestros temores de mamíferos y la perspectiva intolerable de que nuestros placeres un buen día se terminan. Por ello, sin porvenir ni descendia, sin píxeles para embrutecer la cósmica conciencia del absurdo, en la certeza del final y la anticipación del vacío, "creo poder decir que no he elegido la vía de la facilidad.
Sin embargo, cuán tentada me siento ahora de hacerlo.
Fragmento del libro La elegancia del erizo, Muriel Barbery

No hay comentarios: