Las pinturas rupestres de Lascaux figuran entre las obras de arte más antiguas conocidas. Fueron descubiertas en 1940 cerca del pueblo Montignac, en el centro de Francia, por cuatro adolescentes que se metieron en una cueva. Dentro hallaron varias salas con cerca de 1500 pinturas de animales que datan de hace entre 15000 y 17000 años.
Hay varias teorías sobre el propòsito de esas pinturas. Un rasgo natural de la caverna pudo haber sugerido la silueta de un animal a un observador prehistórico, que después hizo algunos añadidos para transmitir esa imagen a otras personas. Dado que muchas de estas obras están en lugares inaccesibles de la cueva, pudieron tal vez usarse en rituales mágicos. Posiblemente, aquellas gentes creían que dibujar animales, sobre todo si se hacía con mucha precisión, permitiría ejercer control sobre esas bestias o traerlas hacia su territorio en tiempo de escasez.
Los animales están esbozados o siluetados, y se muestran a menudo en lo que se conoce como perspectiva retorcida, es decir, con sus cabezas de perfil, pero sus cuernos mirando al frente. Muchas de estas imagenes incluyen puntos, pautas lineales y otros elementos de diseño que pueden tener un significado simbólico.
La sala más esplendida de esta caverna, bautizada como la Sala de los Toros, cuenta con un relato artistico: de izquierda a derecha, las imágenes representan la caza y captura de una manada de bisontes.
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La cueva se abrió al público en cuanto las pinturas fueron examinadas y catalogadas como originarias del Paleolítico. Sin embargo, siete años después se comprobó que la afluencia de hasta 1200 visitantes al día estaba dañando las imágenes. Pese a que se tomaron medidas para protegerlas, La cueva se cerro definitivamente en 1963, desde 1983 existe una replica real a tan sólo 200 metros de la caverna original .